EL SUAVE LICOR.
Quiero tocar tu rostro, sintiéndome en la aromática vecindad de tus hombros y en la limpia fragancia de tus brazos.
Quiero besar tus labios, sentir tu inocencia de una clásica finura de dulce paz que elocuente de amor, levanta un vaso de suspiros y una invitación al llanto.
Pido el cristal, pido las notas llanas, para invocarte, oh ternura, radiosa esperanza, banquete espiritual, fragancia de tu cuerpo deseado, ¡déjame tocarte!
Amor de amores, salmos feroces, para que mi voto sea que vivas dentro de una virginidad perenne y delisiosa.
Quiero recorrer toda tu alma paso a paso, contemplando espacio por espacio, universo del universo, dejándome sentir lo suave de tu piel.
Tú que eres locura de arte firme, de la figura placentera, que desnuda quedas, insaciable de la belleza eterna, llena de virtudes.
Déjame sentir tu deseo, cómeme, disfruta mi cuerpo, que yo arrancare de tu piel la flor provinciana.
Ostentas reflejos siderales en tu pecho y me haces esclavo de tu hechizo, de tu cálido jugo de mujer.
Desnúdame, tócame una y otra vez, hasta dejarme idiotizado con la magia de tus ojos y el ocaso azul del cielo, donde se encuentra tu misterio que indiscutiblemente quiero descubrir.
Ahógame, en la madrugada de tu cama, para que en tu mar de rosas cobijes a la humilde penetración de tu vientre y en ensueño permíteme rezarte, dándome así el espacio para que seas mía por completo.
Y ya centrados en el fuego que arde en dimensión, para así quedar rendido, quiero besar tus senos, y lo más bajo de tu monte de Venus, organizando así el orgasmo, para probar el suave licor que embriaga a mi corazón y lo saca de la penumbra del balbucir.
Inercia, ilusión cotidiana, penados corazones, dicha y luto de un limbo sentimental, niebla de pésame, así te imploro, déjame besar tu cara, tus labios, tus pechos, tu alma y desmayado siempre, amanezca junto a ti.
Te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario