El amor y sufrir. Michel Jiménez Bueno. Grupo: 1v CTC
La vida no es el número de veces que se respira, si no los momentos que te quitan el aliento.
El hombre siempre ha buscado un estado de satisfacción, de plenitud. Todo lo que hace a lo largo de su existencia tiene un solo y único objetivo: ser feliz. Un gran pilar que constituye tan anhelada y auténtica felicidad es el amor, el cual es la entrega de uno mismo a los demás, sentirse tan atraído por el otro que sólo se desee su felicidad. Eso es amar: entregarse libre y mutuamente. Pero el arte de amar no es “color de rosa” del todo, existe el sufrimiento que de una u otra forma condiciona aquella plenitud. Este sufrimiento que no se expresa de forma corporal localizada y definida, sino que es global y difusa. Tiene un sentido de trascendencia y profundidad psíquica, se caracteriza por una sensación de carencia, vacío o ausencia. Vivencialmente el sufrimiento es carencia.
Por ello surge un gran interrogante: ¿será necesario sufrir para amar? Llamarse hombre o mujer y no aceptar que el amor es la fuente de la vida es simplemente no serlo. El corazón humano fue creado para amar, pero es tan oscilante que un día, en júbilo se remonta a las nubes, y otro día herido, desciende a los abismos; En consecuencia, se asume que el amor y el sufrimiento aunque son dos conceptos diferentes van de la mano, a tal punto que podría afirmarse que el camino hacia el amor verdadero debe estar necesariamente empedrado por obstáculos.
Una de las bendiciones que posee el ser humano es la estado de satisfacción. El amor es en esencia una unión con el amado despojada de toda sombra de egocentrismo. Pues sólo superando el ego podemos ingresar al ámbito del amor. Esto significa contemplar lo amado como un ser distinto de nosotros, como un ser autónomo y diferente. El amor es la palanca de la vida del hombre, pues es inconcebible la existencia sin amor. Claro, es necesario saber que aquel amor comienza de sí mismo, es decir el hombre no está en la capacidad de querer a los demás sin quererse a sí mismo, no puede hacer feliz a nadie si no es feliz consigo mismo, y entonces podrá entender la razón por la cual Jesús dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”
El amor es estar feliz por la otra persona, compartir buenos y malos momentos ser honesto tanto con el - ella como consigo mismo, es escuchar, decir y respetar...Un entendimiento tan completo que es posible sentirse parte de la otra persona, aceptándola tal y como es. El amor puede ser la furia de la tormenta y la calma del arco iris.
No es posible amar verdaderamente sin sacrificar una parte de la libertad que se posee a favor del otro.
Una razón que quizá hay contribuido con la relación que pudiese existir entre el amor y el sufrimiento, se vincula tal vez con un mito griego que antecede al mito contemporáneo de La Media Naranja. En la mitología griega existía un ser llamado andrógino, el cual estuvo compuesto por órganos reproductores femeninos al igual que los masculinos. Aquella pluralidad de sexos genera un gran poder a este ser, razón por la cual el dios (1”…Zeus decidió dividirlos. Desde entonces, las mitades separadas andan en busca de su mitad complementaria”) la moraleja de este mito es que en la vida el ser humano tiene una mitad en algún lugar, “un amor de la vida”, un único ser en la humanidad que pudiese completar al otro. Sin embargo en esa ansiosa búsqueda el hombre se tropezará una y otra vez (sufrirá) hasta por fin encuentre a su amado.
Los grandes triunfos logrados por todo hombre o mujer podrían estar relacionados por un volcán en erupción, con resultados positivos y negativos. Una erupción positiva y satisfactoria cuando se expande en obras de amor; erupción negativa y destructora cuando irrumpe violentamente debido al desamor, sufrimiento u odio. Debido a esto, se puede concluir que el amor y el sufrimiento a pesar de ser diferentes e incluso opuestos, están estrechamente relacionados. Por ende, generalmente ES NECESARIO SUFRIR PARA AMAR.1
1 PAZ Octavio. La llama doble Ed. Sax Barral, México 2005
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1 comentario:
¡Vaya! Por fin se animó a compartir, muy bien, no se olvide las observaciones.
Le va muy bien el ensayo.
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